Sobran los dedos de una mano para
contar los hechos y personas sobre los que puede decirse, sin temor a
equivocación, que han logrado por consenso unánime, el reconocimiento de
los argentinos como lo es la figura del general José de San Martín.
Generalmente, un conductor es un maestro, un líder y nunca solo un
jefe. Su escuela ética y de vida colmó también su siglo y la posteridad.
Su ejemplo educa y educará las sucesivas generaciones de un pueblo, de
una nación, de un estado.
La orientación sanmartiniana en
nuestro ejército y en nuestro pueblo ha sido la más decisiva influencia
de perfección, tesón y grandeza pero una cosa siempre tuvo en claro; la
ley por encima de todo. No había mezquindad en él.
Los argentinos
siempre creemos que vivimos hoy épocas difíciles, pero les digo que
nunca ha sido fácil la historia en nuestro país. Para los tiempos de
desaliento recordemos esto: en los años de la gesta sanmartiniana todo
estaba a punto de perderse: Chile estaba en poder del enemigo; Perú era
un formidable foco de poder realista; la Banda Oriental primero un
bastión español, sufría luego la amenaza de una invasión portuguesa de
los bandenierantes; el país empezaba a ingresar en la anarquía del Año
XX, dividido entre caudillos, y por si fuera menos en Europa se
preparaba una gran expedición punitiva contra la Revolución.
En
este contexto dramático llevó adelante San Martín su causa. Y no
faltaron, como siempre, quienes dijeron que su proyecto era
impracticable e irreal. Tampoco faltaron difamadores que afirmaron que
era un ambicioso y hasta un ladrón.
San Martín comparte con Napoleón, con Aníbal Barca, con Alejandro Magno, el sitial de genio militar y estratega.
El Libertador también nos enseñó que no es posible encarar un proyecto común de un país sin unidad nacional; condición necesaria para superar cualquier desafío, para alcanzar los sueños más anhelados, en síntesis, para el éxito de toda gran empresa.
El Libertador también nos enseñó que no es posible encarar un proyecto común de un país sin unidad nacional; condición necesaria para superar cualquier desafío, para alcanzar los sueños más anhelados, en síntesis, para el éxito de toda gran empresa.
Los pueblos cada vez que
evocan asus héroes los hacen de dos maneras: en épocas de gloria; para
rendir homenaje de agradecimiento y reconocimiento a sus próceres por
sus obras; en épocas de crisis, para buscar en ellos los ejemplos
necesarios para enfrentar los grandes desafíos.
Aunque el
ejemplo que recibamos de nuestros contemporáneos hoy en día sea, de
búsqueda del propio interés y la persecución de fines egoístas, a través
de caminos de corrupción, tenemos que tomar conciencia de que sólo con
la búsqueda de metas conjuntas que fomenten el desarrollo general se
puede alcanzar una patria que nos de seguridad a todos, y una
perspectiva mejor que la incertidumbre y el deseo de irse del país.
El trabajo de cada docente que educa debe reproducir la gesta
libertaria de San Martín en todos sus órdenes: la acción laboriosa del
que construye en vez de criticar, de reproducir sus esfuerzos como una
cultura de superación; rememorar el accionar de un ciudadano movido por
valores simples y fuertes emula en su forma de conducirse en la vida.
Tenemos suerte los argentinos; no debemos ir a buscar modelos extraños,
no tenemos nada que envidiar a otros patriotas de otros lugares; solo
tenemos que asumir un fuerte compromiso con nuestra realidad y sus
problemáticas cotidianas y urgentes.
Ser sobre todo coherentes con nuestros ideales. De este modo durante la época de las luchas independientes lo hizo San Martín.
Por eso no se lo puede honrar a José de San Martín sin luchar por los principios por los que él lucho.
Daniela Leiva Seisdedos
Daniela Leiva Seisdedos www.elarcondeclio.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario